jueves, 9 de agosto de 2012

Caminar , escuchando música y con un whisky en la mano


Un reloj que no use tiempo
Flores que ponen contento
Un camino largo para caminar 

KEEPS GOING


Ella caminaba, ya cansada de correr, sin rumbo alguno.
No quería pensar en nada. Ni en sus padres, ni en su novio, ni en sus amigas que solo la criticaban.
Trataba de poner la mente en blanco, y solo quería sentir los pasos contra el pavimento, eso le recordaba que se alejaba de todo.
Estaba ya agotada de respirar, de vivir. Porque lo que tenía no era una vida, era una serie de fracasos en todos los aspectos. Sabía que era una prueba, una de las tantas que la vida te pone, pero se estaba volviendo eterna y ya no sabía qué hacer.
En su casa no encontraba la tranquilidad debido a las constantes peleas de sus padres. Estaba harta de escuchar fuertes discusiones por tantas pequeñeces, parecía que era la única forma de comunicación entre ellos. Ella trataba de hacer oídos sordos a todo, aunque le costaba mucho y tenía ganas de irse de su casa.
Su novio hasta hacía un tiempo, era todo lo que ella soñó durante años. Alguien caballeroso, divertido, que le hacia compañía, que la protegía y la amaba. Pero últimamente todo eso se volvió una maldición. Él tenía una doble cara. Esa protección y cariño se volvió tormentosa, era sobre protector, y controlador. Al limite de no dejar que pueda ver a sus amigas o a familiares. Y ella en cuanto iba a dejarlo se deprimía y amenazaba con matarse, o  matar a alguien. Llamaba a toda hora tanto a ella como a sus amigas, para saber dónde estaba; la perseguía a cualquier lado. Vivía temerosa, paranoica y al borde de un ataque de nervios.
Y sus amigas, estaban enojadas porque no sabían cómo era que seguía con él. Pero no entendían que no había salida aparente, no quería herir a nadie por su culpa. Prefería sufrir ella que ver sufrir a alguien más. Hacía un tiempo que no las veía, su novio no se lo permitía. Pero a veces se las ingeniaban para tener visitas clandestinas.
Era de noche, el cielo estaba cubierto de estrellas y la luna se encontraba llena, allá en lo alto. El aire estaba un poco fresco, pero a ella no le importaba. Sentía que aliviaba todo ese peso interno que tenia. Cuando llegó a la esquina dobló y siguió unos metros hasta llegar al parque.
Cualquier persona en su sano juicio, no estaría allí a esa hora. Pero no era un buen momento para andar siendo quisquillosos en la hora y el lugar.
Se sentó sobre una pared de cemento, con las piernas agarradas por los brazos. La angustia había florecido hacia rato, pero en cuanto se sentó, explotó. Y lloró como nunca antes lo hizo. Lloró por sus problemas actuales, pasados y futuros. Lloró por llos problemas que tenia, el cansancio a todo y por no tener una solución.
Muchas veces se le había pasado por su mente la idea de acabar con su vida. Quizás era la solución. Pero sabía que solo era la salida fácil. 
Ella quería y deseaba ser valiente. Los valientes eran personas fuertes, que podían contra cualquier cosa. Un valiente sabría que hacer en un momento así, o por lo menos lo intentaría. Pero ella no, solo era una cobarde más, una que corre y corre. Es lo único que ha hecho toda su vida frente a cosas que no le gustaban. Pero estaba harta de correr, ya no lo quería hacer más.
Después de un largo tiempo, secó sus lágrimas y se levantó. De tanto pensar ya había decidido que hacer: iba a hacer frente a todos sus problemas. Ella quería ser feliz, y la única forma era acabar con todo. Empezó a caminar y paró, vio el camino que había hecho para llegar. La decisión ya estaba tomada, giró y se dirigió a un camino alternativo. Sabía que sería largo y quizás cansador, pero la llevaría a casa.